No parece haber en esa sonrisa angustia ni incertidumbre por algo que llevar a la mesa, aunque Pánfilo diga… bueno, ya se sabe.
Cuando hubo el tremendo desabastecimiento de productos agrícolas que sufrió esta capital, los comentarios críticos llovieron casi con la misma fuerza que las aguas de los huracanes que nos golpearon. Sin embargo, ahora que las tarimas andan mucho mejor, el silencio inunda la Red.
Es verdad que hace pocos días unas lechugas me llevaron buen tiempo de cola y que el abastecimiento resulta inestable; pero se ven cambios.
El director de la empresa provincial de mercados agropecuarios, Jorge García, ratificó recientemente en un programa de la televisión local que en la actualidad, con los 300 Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) que existen en Ciudad de La Habana, crecen las posibilidades de adquirir alimentos frescos.
Son privilegiados en la oferta los llamados MAE por sobre los Mercados Agropecuarios de Oferta y Demanda (MAOD), que solo suman 33, para un siete por ciento del total. Así que los Mae no están de ma’e, como algunos quieren hacer ver; y en alguna medida protegen el bolsillo del cubano de los azares de la libre formación de precios.
Esta importante tranquilidad en la marejada de preocupaciones de los pobladores, encuentra un soporte en el vínculo que ha establecido la llamada agricultura urbana (organopónicos y otros ónicos) con esos mercados, tributándoles especialmente los fines de semana, y garantizando así la presencia de hortalizas de hoja y también de tomate, a partir de la entrada de un grupo de recursos al país.
Sin embargo, se mantienen motivos para no sonreír siempre: algunos precios continúan excesivos como los del ají y la cebolla en los mercados de oferta y demanda. En uno de ellos encontré la libra de ají ¡a quince pesos! ¿Guardarían una esmeralda adentro? Un poco más baratos están disponibles en la red de agropecuarios estatales.
Otro fenómeno que subyace y martilla los bolsillos de los compradores es la compraventa ilegal, al por mayor, y muchas veces ante los ojos de los clientes, que desvía mercancías de los mercados estatales a los de oferta y demanda, enriqueciendo por debajo del mostrador a negociantes de las dos partes.
Quienes dirigen la venta de hortalizas y viandas conocen de “papas podridas” como las violaciones en el pesaje y en los precios, que podrían echar a perder el saco de esfuerzos que hoy se hacen en bien de la mesa del capitalino. En particular acerca de los productos perecederos, que se ponen viejos, García Trujillo aseguró que “trabajamos para hacer coincidir calidad y precios”.
Para el fin de año que ya llama a las puertas, la ensalada y la vianda no estarán difíciles, lo garantiza el delegado provincial de la Agricultura, Nicolás Campo. Es muy probable entonces tropezarse con la misma sonrisa satisfecha de la foto, pidiendo el último en la cola, jaba en mano, aunque después dé la bienvenida al 2010 con un post sobre la desolación de los mercados agropecuarios.
Yohandry Fontana
La Habana
Foto tomada del Flickr de Yoani Sánchez
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